Juan José Giambiagi

Juan José Giambiagi
Biografía  
Premios
Conferencia "La Física del Siglo XX a Vuelo de Pájaro"
 

Biografía

Nació en Buenos Aires en 1924. Físico. En el año 1950, Giambiagi presentó su tesis de doctorado "Aplicación del método de Hadamard a algunos problemas de físicomatemática", realizada bajo la dirección del matemático argentino Alberto Gonzalez Dominguez. 
Este hecho es significativo por dos razones: Marca el carácter de sus futuras contribuciones a la física, centradas en el desarrollo de herramientas matemáticas necesarias para describir el comportamiento de la naturaleza a escala microscópica, e indica que el joven estudiante no encontró en el Departamento de Física de la Universidad de Buenos Aires quien lo inspirase para hacer su primer trabajo de investigación. (En realidad, durante la década previa, la investigación argentina en física estaba prácticamente circunscrita a la actividad de Enrique Gaviola y su grupo en el Observatorio Astronómico de Córdoba, habiéndose truncado el proyecto impulsado por Joaquin V. Gonzalez en la Universidad Nacional de La Plata -UNLP- a principios de siglo). 

Giambiagi recibió en el año 1952 una beca del British Council para trabajar en la Universidad de Manchester. Ese año tuvo lugar una de las tantas purgas que lastiman la historia de la universidad argentina y, como consecuencia, entre los años 1953 y 1956 (no seria por ultima vez), el joven investigador encontró acogida en el Centro Brasileiro de Pesquisas Físicas (Rio de Janeiro), invitado por el físico brasileño Jose Leite Lopes. Por ese entonces el CBPF atraía a figuras de la talla del físico norteamericano Richard Feynman (posteriormente premio Nobel en el año 1965). 

Giambiagi regresó a la Argentina en 1956, para ingresar en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Allí se desempeñaba otro físico joven, Carlos G.Bollini, quien, si bien calculaba propiedades de reactores, tenia la inclinación y la formación de un físico teórico. Bollini era por ese entonces único integrante del grupo cuya dirección acababa de dejar Jose A. Balseiro (para dedicarse a la organización del hoy llamado Instituto Balseiro, en Bariloche). Giambiagi y Bollini se encontraron ante la siguiente disyuntiva: Disputar entre ellos el primer lugar o trabajar juntos. Ignorando tradiciones arraigadas, optaron por la colaboración. 
Se generó así un par sinérgico potenciado mutuamente por espacio de casi 40 años. No sabemos si esto ocurrió a raíz de sus caracteres opuestos o a pesar de esa disparidad: Giambiagi, que era extrovertido y se convertía naturalmente en el centro de las reuniones, asumió cargos importantes durante su vida académica. A  Bollini, por el contrario, nunca le gustaron estas actividades. A partir del año 1955, la Universidad de Buenos Aires (UBA) y, en particular, la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales entraron en una nueva etapa. 

Como Jefe del Departamento de Física (1959-1966), Giambiagi llevo adelante la organización del mismo. En 1962 logro que se diese un salto no exento de riesgos, consistente en triplicar el numero de profesores del Departamento. Varios factores fueron fundamentales para el éxito de su gestión. Desde el punto de vista presupuestario, la subvención de la Ford Foundation y los subsidios de la UBA y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), de cuyo directorio formaba parte, permitieron operar y reequipar el Departamento. También fue esencial la asignación de sueldos adecuados para la dedicación exclusiva universitaria (otorgados por el entonces ministro Alvaro Alsogaray a raíz de gestiones efectuadas por el decano Rolando García). 

Pero el dinero solo no es suficiente para construir un centro universitario de jerarquía. Gracias al criterio poco ortodoxo de Giambiagi de dar prioridad a la formación doctoral ("empezar desde arriba") convergimos en el Departamento un grupo de jóvenes físicos que contábamos en nuestro haber con experiencias exitosas en centros avanzados. Estas experiencias nos habían enseñado, en primer lugar, que las universidades paradigmáticas del hemisferio norte contribuían a a creación de los conocimientos que impartían. Esta actitud no fue -ni ha sido- asimilada por las universidades argentinas, reducidas en muchos casos a fabricar profesionales que reciben conocimientos de segunda o tercera mano. 


En 1962 sentíamos que podíamos, con Giambiagi al frente, construir ese centro que el país necesitaba para modernizarse. Para ello era necesario realizar simultáneamente investigación y enseñanza, además de muchas otras cosas... 

Bollini y Giambiagi desarrollaron una línea de trabajo en la frontera de la física de ese entonces. Son de destacar las publicaciones sobre trayectorias de Regge (estas permiten ordenar las partículas elementales a lo largo de curvas dependientes del momento angular) y, fundamentalmente, los resultados de una colaboración con Gonzalez Dominguez sobre electrodinámica cuántica. Esta teoría -desarrollada entre otros por Feynman quince años antes- incorpora los fenómenos característicos de la mecánica cuántica a la descripción de los procesos electromagnéticos. A pesar de sus éxitos espectaculares (predicciones verificadas con muchas cifras significativas), la teoría adolecía de dificultades esenciales, ya que los resultados físicos solo se obtenían después de despreciar términos infinitos. 
El aporte de Bollini, Giambiagi y Gonzalez Dominguez consistió en desarrollar un método para extraer las magnitudes físicas medibles basado en la teoría matemática de las distribuciones. Por entonces comenzó a haber un flujo importante de tesis, basadas en trabajos realizados en la Argentina y publicados en revistas internacionales. 

Entre los doctorándoos dirigidos por Giambiagi y Bollini figuran los de V. Alessandrini, N. Bali, R. Garibotti, A. Mignaco, A. Pignotti y M. A. Virasoro. Era importante que los graduados no se limitasen a estudiar, sin hacer nada propio: tenían que discutir ideas, criticar las ultimas publicaciones, hacer cálculos. Toda esta tarea de investigación y de enseñanza tuvo lugar sin descuidar los cursos de licenciatura: se impuso un intenso ritmo de estudios y una activa participación de los estudiantes en la ejecución de trabajos especiales y en la resolución de problemas y parciales. Muchos alumnos se compenetraron con el nuevo espíritu, pero también hubo algunos roces con agrupaciones estudiantiles. Estos roces llegaron a tener su lado humorístico, por ejemplo en los afiches donde aparecía Giambiagi tomando un examen muy difícil a un alumno varón, mientras que preguntaba a una alumna cuantos lados tiene un triangulo. La acusación implícita era ciertamente injusta, pero subrayaba el hecho de que la extroversión de Giambiagi le permitía expresar mas que a los demás la admiración por las chicas lindas. 

Evidentemente Giambiagi sentía que el haber llevado el Departamento de Física al nivel alcanzado en 1966 era la tarea mas importante de su vida. Por eso fue un acto agónico tomar la decisión de renunciar después de la intervención a las universidades dispuesta por el gobierno de facto de Juan C. Onganía. Durante su ultimo seminario en el Laboratorio Tandar de la CNEA, el 30 de noviembre pasado, tomo la inusual decisión de cambiar el tema anunciado previamente y hablo sobre el Departamento de Física de 1966, como si esa fuera la lección importante que quería dejar, conciente, sin duda, de que ya no volvería a la Argentina. Contó la historia no escrita, recordando como se opuso en un comienzo a las renuncias presentadas por los profesores y sus entrevistas posteriores para tratar de que fueran rechazadas. Pero en su conclusión final aceptaba que esas renuncias habían sido inevitables, debido a la imposibilidad de seguir construyendo un Departamento sometido a las tensiones entre los que serian echados y los que se quedarían, habiendo la UBA sufrido el desprecio simbolizado por la intervención con bastones largos y la imposición de valores perimidos en las sociedades occidentales modernas. "Si los profesores se van, la investigación se detendría. Pero la autoridad esta por encima de la ciencia", dijo entonces el interventor Luis Botet (M. Cereijido, Ciencia sin Seso, Locura Doble. Ed. Siglo XXI, México, 1994.). A pesar de esta situación, la investigación no se detuvo. En un departamento de dos ambientes propiedad de Giambiagi y en condiciones bastante precarias, funciono el Instituto Juan Carlos Onganía, llamado así en homenaje irónico a quien fue el responsable indirecto de su creación. 

La Fundación Bariloche se hizo cargo de nuestros sueldos, mientras le fue posible. Muchos tomamos el camino de la emigración. Bollini y Giambiagi se quedaron y produjeron en esa época publicaciones de relevancia para la física de partículas, como las relacionadas con reglas de suma y factores de forma, algunas en colaboracion con el físico brasileño Jayme Tiomno. La fe democrática de Giambiagi fue siempre paralela a su solvencia científica. En 1968 dejo de pertenecer al Directorio del CONICET para no avalar el requerimiento de que el nombramiento de investigadores tuviese que ser aprobado por el Servicio de Inteligencia del Estado. A partir de 1969, Bollini y Giambiagi se incorporaron al Departamento de Física de la UNLP. Nuevamente, alentados por ambos maestros, jóvenes físicos realizaron investigaciones ubicadas en la frontera de la física de la época. 

En 1972 se conoció el método de regularización dimensional, tal vez el aporte fundamental de Bollini y Giambiagi a la física. Este procedimiento permitió eliminar los infinitos en las integrales de teorías de campos, al considerar el numero de dimensiones del espacio como una variable continua. Es decir, que esta magnitud podía tomar cualquier valor, no necesariamente entero. La respuesta del "referee" de Physical Review fue que los autores quizás no se habían enterado de que el espacio tiene cuatro dimensiones. Esta desdeñosa respuesta indica hasta que punto era imaginativa y novedosa la propuesta. El trabajo se publico en Nuovo Cimento, lamentablemente con un cierto retraso que permitió, entretanto, la aparición de un desarrollo similar debido a G. Hooft y M.Veltman. 

El método de regularización dimensional se ha convertido en una herramienta fundamental, pues solo a partir del mismo pudo tratarse en forma consistente cualquier teoría cuántica de campos, manteniendo a la vez las simetrías propias de la teoría. Ha sido aplicado también a otras ramas de la física. Si bien Giambiagi no fue destituido de sus cargos durante el gobierno militar iniciado en 1976 (a diferencia de Bollini, quien fue cesanteado tanto en la UNLP como en el CONICET), debió exilarse en Brasil a mediados de ese año. Ambos científicos prosiguieron sus actividades en el CBPF y colaboraron con físicos brasileños en el desarrollo de un importante grupo de física teórica. Durante el periodo 1978-1985 y nuevamente a partir de 1994, Giambiagi fue Jefe del Departamento de Campos y Partículas del CBPF, institución a la que perteneció hasta el final. Entre 1980 y 1982 fue miembro de la Comisión Asesora de Física del Consejo Nacional de Investigaciones (CNPQ) del Brasil. Datan de este periodo trabajos sobre sistemas con distinto numero de dimensiones (por ejemplo, las "súper-cuerdas" en seis dimensiones). Conviene también agregar una muestra de la versatilidad del "par sinérgico" recordando los trabajos en química cuántica, escritos en colaboración con Mario Giambiagi y Myriam Segre de Giambiagi. 

Es probable que la preocupación de Giambiagi por la problemática latinoamericana se haya fortalecido debido a su actividad en dos países de la región. En 1960 fue uno de los fundadores de la Escuela Latinoamericana de Física, junto con Leite Lopes y el físico mexicano Marcos Moshinsky. Especialmente significativo desde el punto de vista diplomático fue su nombramiento al frente del Centro Latinoamericano de Física (CLAF), donde se desempeño desde 1986 hasta 1994. Este organismo tiene su sede en Rio de Janeiro y esta costeado fundamentalmente por el gobierno del vecino país. Desde el CLAF, Giambiagi impulso estudios de interés económico en los cuales los físicos podían hacer un aporte significativo, como aquellos sobre la corriente marina "El Niño", la Antartida, la recuperación de pozos de petróleo, etcétera. Estaba convencido de que no seria posible estabilizar la ciencia de nuestros países si no se logra también la demanda del "know how" local (N. Bali et al., Ciencia Hoy, 4, 12, 1989.). Giambiagi fue investigador visitante del California Institute of Technology (Passadena) en 1958, invitado por Murray GellMann (premio Nobel 1969) y del Centre Europeen pour la Recherche Nucleaire (Ginebra) en 1976. Fue Miembro Asociado del International Center for Theoretical Physics (Trieste) entre 1964 y 1983 e integro el Consejo Directivo de esta institucion a partir de 1985. Fue tambien miembro de la Third World Academy of Sciences (Trieste) y de la Academia Latinoamericana de Ciencias (Caracas). Su ultima conferencia en Buenos Aires tuvo lugar el 4 de diciembre pasado en la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, en ocasión de ser nombrado Academico Honorario (una distinción similar le fue otorgada por la Asociación Física Argentina durante la reunión anual que tuvo lugar en Bariloche en octubre de 1995). 

Al hablar sobre "la Física del siglo XXI" promovió, con su dimensión emocional característica, la polémica idea de que la física orientada hacia el estudio de aspectos cada vez mas pequeños de la materia, que domino el siglo XX (y que requiere de aceleradores cada vez mas grandes), es una vía muerta, y abogo por el estudio de sistemas a escala humana, especialmente en Latinoamérica. Este ultimo mensaje fue consistente con el rechazo que siempre manifestó por aquella física fuertemente dependiente de visitas a grandes laboratorios o centros de investigación. Giambiagi sentía que la presión por publicar, propia de esos lugares, atentaba contra la creatividad y la originalidad de la obra científica. En la Argentina, Giambiagi recibió los Premios Ricardo Gans (1985) y Consagración Nacional (1989), otorgados por la UNLP y el Gobierno Nacional, respectivamente. El Premio de México en Ciencia y Tecnología (1991) y la Condecoración del Orden del Merito Científico (1994), del gobierno de Brasil, fueron distinciones especialmente significativas, debido a que están reservadas a personalidades descollantes por su trascendencia internacional. 

Juan José Giambiagi falleció el 8 de enero en Río de Janeiro. A su pedido, sus restos cremados fueron esparcidos en una plaza de Colegiales, donde paseaba de chico con su bicicleta. Ultimo gesto de amor hacia la patria, cuya historia, por lo menos durante la vida de Giambiagi, fue la de un país que no quiso ser.

Fuente: Daniel Bes 
http://www.fcen.uba.ar/prensa/cable/1996/e-cab201.htm

 

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