Einstein para perplejos

* Por Lis Tous.  

El nuevo libro de los físicos José Edelstein y Andrés Gomberoff lleva un título inspirado en el clásico Guía para perplejos de Maimónides, del cual los autores rescatan el valor de hacer circular pensamientos que en principio serían únicamente para entendidos. Un libro de divulgación sobre el hombre que forjó las ideas más radicales de la física del siglo XX es, también, un texto sobre quien persiguió obstinadamente nociones que no despertaron entusiasmo por parte de la comunidad científica y que, “en los últimos veinte años de su vida, lo confinaron a un creciente autismo científico”.

“Escribir sobre él es una forma de obligarnos a repasar sus trabajos científicos, sus ensayos, su correspondencia, a separar las anécdotas apócrifas de las que no lo son y, en definitiva, a interpelar al personaje desde la perspectiva de otros ilustres testigos de su tiempo”, aclaran los autores. Porque sí, libros sobre Einstein hay muchos, pero su archivo es muy extenso, su obra resulta compleja y sus ecuaciones imprescindibles.

La frondosa imaginación de Einstein perpetuó una forma de hacer ciencia con experimentos mentales - lo que la lengua alemana nombra como Gedankenexperimen -. Abrió el juego teórico cuando imaginó la posibilidad de alcanzar un haz de luz o las consecuencias de un cuerpo al arrojarse por una ventana. Luego fue capaz de escribir las leyes que daban sentido y coherencia a las interpretaciones universales del mundo físico. Así, los autores repasan los razonamientos del físico y explican cómo se acomodaron las piezas de la historia de la ciencia después del cimbronazo que produjeron sus cuatro trabajos publicados en 1905: sobre la naturaleza de la luz, de las moléculas, de la masa, del espacio y del tiempo. “Cada uno de ellos significó una revolución científica de tal calado que la única consecuencia razonable habría sido la concesión de cuatro premios Nobel”. Lo recibió por el primero de ellos, una explicación del “efecto fotoeléctrico”.

“Como hay miles de libros de Einstein intentamos repensar lo que nos parecían lugares comunes. Por ejemplo, hay errores de él que son muy conocidos, pero son muy buenos desaciertos porque su refutación dio lugar a lo que hoy es la carrera por la computación cuántica; así como su error de la constante cosmológica que es una idea rescatada del tacho de basura para explicar por qué el universo se expande aceleradamente. También tuvo equívocos un poco bochornosos, en 1939 quiso demostrar con una mala matemática que no puede haber agujeros negros -en términos del lenguaje moderno- con la poca fortuna de que es mismo año Oppenheimer y Snyder comprobaron que el colapso de una estrella produce un agujero negro. Además, esto sugiere que Einstein no estaba al tanto de lo que otras personas hacían sobre un mismo tema, en el mismo momento”.

De las conversaciones de los autores con personas que conocieron a Einstein se rescatan anécdotas que el lector disfrutará. Entre ellos, Freeman Dyson, Peter Lax y la becaria francesa del apartado del Einstein "viejo, cansado y final”. Divierte seguir la historia y entredichos con Tesla, al que apodaron como “crackpot”; los guiños a la literatura latinoamericana y hasta la sorpresa de toparse con un seminario de Jacques Lacan inspirado en juegos de dados, deseos y universos mudos.

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